martes, 28 de mayo de 2013

Sobre la numeración de los salmos





Cada salmo es numerado, del 1 al 150. si recorres la numeración en tu Biblia, hasta el salmo 9 no tenemos ninguna dificultad. Pero desde el salmo 10 hasta el 147 nos encontramos con una doble numeración, una de ellas entre paréntesis. ¿Por qué?. La diferencia se debe a una diversa numeración entre la versión hebrea y la versión griego - latina (LXX y Vulgata). La versión hebrea va delante de 1 unidad y su numeración es la que está primera fuera del paréntesis.


Esta diferente numeración suele causar confusión cuando se trata de comprobar la cita de los salmos. 


Aquí usaremos la numeración del texto hebreo.

Clasificación de los salmos




ACCIÓN DE GRACIAS

9, 28, 30, 32, 34, 40, 52, 57, 66, 67, 68, 75, 92, 107, 108, 116, 118, 124, 126, 129, 138


ALABANZA


8,19, 24, 29, 33, 36, 46, 48, 65, 66, 84, 87, 93, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 103, 104, 105, 111, 113, 104, 105, 111, 113, 114, 117, 134, 135, 136, 139, 145, 146, 147, 148, 149, 150.


CONFIANZA


3, 4, 11, 12, 13, 16, 23, 27, 56, 57, 62, 63, 68, 91, 103, 115, 121, 125, 130, 131.


LAMENTO


14, 42, 43, 50, 53, 59, 60, 01, 77, 102, 106, 109, 137.


LITÚRGICO


14, 42, 43, 50, 53, 59, 60, 71, 102, 106, 109, 137.


PEREGRINACIÓN


84, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 133, 134.


REAL MESIÁNICO


2, 18, 21, 45, 47, 101, 110, 132.


SAPIENCIAL


1, 37, 49, 72, 73, 76, 78, 82, 93, 98, 99, 112, 119, 127, 128, 133.


SÚPLICA


3, 4, 5. 6. 7, 10, 17, 20, 22, 25, 26, 27, 28, 31, 35, 38, 39, 40, 41, 44, 51, 52, 54, 55, 56, 58, 59, 60, 61, 64, 68, 69, 70, 71, 74, 79, 80, 83, 85, 86, 88, 89, 90, 94, 102, 108, 109, 120, 123, 130, 140, 141, 142, 143, 144

Sobre los salmos



Los salmos son himnos cuya belleza incomparable nos permite alabar y agradecer a Dios, son la oración del Antiguo Testamento. La Iglesia católica ha hecho de ellos, sin cambiarlos, su oración oficial (junto con el Padrenuestro, pues supuesto). Los Salmos son los 150 himnos más bellos que existen. Fueron escritos por varios profetas, sabios y poetas. La palabra "Salmo" significa "Himno para recitarlo con música".



Los Salmos han sido las oraciones preferidas por los amigos de Dios durante más de 22 siglos. Los recitaban los israelitas ya mucho antes de Cristo. Los recitaron Jesús y sus Apóstoles, la Virgen María y los grandes santos de toda la historia. Es más, ningún libro de la Sagrada Escritura es tan citado por Jesús y sus Apóstoles como este libro al que se le denomina también Salterio (del griego Psalterion, propiamente nombre del instrumento de cuerda que acompañaba a los cantos).

Cuando una persona se acostumbra a rezar despacio los Salmos, ya ninguna otra oración (excepto el Padrenuestro y el Avemaría) le parece tan hermosa, ni le llega tanto al alma.
Hay unos especialmente hermosos, por ejemplo los cinco primeros. Para cuando tenemos que pasar por un momento difícil el N° 23. Para cuando nos entristecen nuestros defectos y pecados el 25 llena de esperanza. Cuando estamos muy agradecidos con el Señor el 33. Y si hemos cometido graves pecados y deseamos que Dios deje de estar disgustado con nosotros, el Salmo 51, el "Miserere", que es el mejor acto de contrición que se ha escrito jamás. Si deseamos recordar las maravillas que Dios ha hecho, recitemos el Salmo 103 o el 104. Si nos gusta recordar las grandes cualidades qe tiene nuestro buen Dios digamos el Salmo 145 y nos llenaremos de amor hacia Él.

La idea central de todos los Salmos es lo bueno que es nuestro Dios, lo poderoso y muy fiel; amable con los que cumplen su ley, y terrible contra los que desprecian los divinos mandatos.
Sólo en 17 de los 150 Salmos el nombre de Dios no está nombrado ya desde los primeros renglones. El fin de todo Salmo es alabar a Dios y cantar sus maravillas.
En los Salmos se nombra a Dios más de 800 veces y siempre con sentimientos de gran respeto, amor y confianza. El nombre de Dios era apto para los salmistas la palabra más dulce y agradable que podían pronunciar los labios humanos.


¿Qué son los Salmos?

Dicen los sabios que los Salmos son 150 espejos de nuestras rebeldías y de nuestras fidelidades, de nuestras agonías y de nuestras resurrecciones. Plegarias maravillosas nacidas hace más de dos mil doscientos años que no han dejado de ser recitado un solo día en templos, conventos, casas de familia, catedrales y capillas por santos y por pecadores, por gentes llenas de alegría y agradecimiento y por personas destrozadas por la angustia, el temor o el remordimiento. Son la vida convertida en plegaria. Constituyen una invitación a que convirtamos nuestra vida en una oración de confianza y de acción de gracias. En los salmos descubrimos que debemos presentarnos a Dios no como un "yo", sino como un "nosotros", como su pueblo. En estos bellísimos himnos iremos descifrando y conociendo poco a poco los rasgos del "ser amado" que se vislumbra en sus estrofas; el rostro de nuestro queridísimo amigo, Creador y Padre: Dios.



El estilo literario de los Salmos

Esta incomparable colección de composiciones poéticas tiene una gran variedad de estilos y de temas: desde la ardiente plegaria hasta el resumen histórico; desde un anuncio profético hasta un canto de guerra que parece escrito bajo el fragor de los grandes combates; desde una poesía dulce y apacible que describe las bellezas de la naturaleza hasta un tratado profundo acerca de Dios: unas veces presentan la descripción de la dura vida humana en la tierra, cruda y triste con sus desengaños y tradiciones; otras se elevan como una ráfaga de luz a presentar la vida divina y la paz que espera a los amigos de Dios.

Los salmos tienen un gran variedad de matices según las circunstancias personales e históricas en que se inspiraron los autores que los escribieron, en ellos se retratan las penas y goces de la vida humana, los peligros y los triunfos, los temores y los anhelos; los pesares por los que tienen que pasar el pueblo de Dios y la brillantísima, emocionante y prodigiosa historia de los que han seguido la verdadera religión hebrea. Todo esto pasa ante los ojos del lector mientras va leyendo estos himnos. Y al recitarlos va escuchando los gemidos de los salmistas por los pecados propios y los del pueblo, y las descripciones lastimosas de las derrotas sufridas por los que siguen al Señor cuando se olvidan de cumplir sus Mandamientos. Luego se siente describir con detalle los Mandatos Divinos y se va viendo dibujada poco a poco con trazos admirables la figura del Redentor.


Diferencias entre los Salmos de la Biblia y los himnos religiosos de otros pueblos

Los antiguos pueblos como los egipcios y babilonios tenían muchos himnos a sus dioses, pero entre aquellos himnos y los salmos hay la distancia que separa lo humano de lo divino. Los salmos son oraciones inspiradas directamente por Dios para que toda la humanidad en todos los tiempos y países cante a su Creador, y no se encuentran explicaciones humanas suficientes para comprender por qué se adaptan de manera tan admirable a las necesidades de todas las personas en todos los tiempos, de todas las situaciones, en todos los sitios durante siglos.

La razón es que el autor principal de todos los salmos es Dios. Los salmos son obra divina, porque aunque los compusieron poetas y profetas, cada uno fue guiado directamente por el Espíritu Santo al escribirlos.
La diferencia entre los salmos bíblicos y los himnos religiosos de otros países está en la inspiración del Espíritu Santo. Esto es lo que los hace infinitamente superiores a cualquier composición poética del mundo.


Los salmos como Poesías y los temas que tratan

Los Salmos son verdaderos poemas que tienden a elevar el corazón a Dios. Su forma es esencialmente ética y en ellos encontramos didácticos, épicos, líricos (odas, elegías, cantos, etc.).
El Libro Poético por excelencia en toda la Biblia es el Libro de los Salmos. Ninguna colección de cantos de ninguna literatura contiene una riqueza tan abundante y tan exquisita como estos 150 poemas. En los salmos hay Odas de una grandiosidad épica y pequeños poemas de una sencillez encantadora. Desde el salmo 1 hasta el 150 hay un solo tema que palpita en cada uno de estos himnos: Dios. De Él se habla, a Él se le canta, a su Misericordia se le pide perdón y a su poderío se le implora protección. Y en la descripción de la Suprema Belleza de Dios y de su infinito amor ningún otro poema ha logrado superar en belleza literaria a los autores de los salmos. Allí se le canta a la grandeza salvaje de los montes y a las costumbres populares de la gente humilde. Se le canta a la historia, a la patria, al mar, a las tempestades y al amor del hogar, todo con una entonación elevada que llega frecuentemente a las alturas de lo sublime. Los salmos son la voz de todos los que gimen, adoran, dan gracias y piden perdón. Dios al darnos este libro de plegarias ha puesto en nuestras manos las más preciadas joyas de la literatura universal.
Al recitarlas con detención y cariño no será difícil aún para los menos especializados en literatura, sentir intensa emoción poética, y aspirar cómo un suave espíritu celestial recorre estas composiciones tan impresionantes.


Autores y fecha de composición de los Salmos

Es muy poco lo que se sabe con exactitud acerca de quiénes fueron los que escribieron los salmos. De 73 de ellos dice la Biblia que son de David. De 12 se afirma alli que los compusieron los descendientes de Asaf (jefe de los cantores de David). Uno por Etán (89); dos son atribuídos a Salomón (73 y 127) y el salmo 90 es atribuido a Moisés. 11 salmos son atribuídos a los hijos de Coré (42; 44 a 49; 84, 85, 87 y 88). Estos once salmos son los más bellos del salterio bajo el punto de vista literario. Los restantes Salmos no llevan inscripción y se consideran anónimos o huérfanos, si bien por las citas que se hacen de algunos de ellos en el Nuevo Testamento y su análisis deben ser atribuidos al mismo David.
El autor de la colección general parece ser Esdras, y las inscripciones que preceden a tantos salmos son antiquísimas.
En cuanto al tiempo en que fueron escritos los salmos, hoy los sabios escrituristas dicen que probablemente fueron escritos entre el siglo VIII a.C y el s. II a.C. y que la mayor parte de los salmos redactados definitivamente después de volver del destierro de Babilonia y de construir el nuevo Templo de Jerusalén (año 515 a.C.)


Importancia en la vida Espiritual

Los Salmos fueron la oración del Antiguo Testamento, en la que el mismo Dios inspiró los sentimientos que sus hijos deben albergar con respecto a él y las palabras de que deben servirse al dirigirse a Él
.
La Iglesia católica ha hecho de ellos, sin cambiarlos, su oración oficial. Sin cambios, esos gritos de alabanza, de súplica o de acción de gracias, arrancados a los salmistas en las circunstancias de su época y de su experiencia personal, tienen un eco universal, porque expresan la actitud que todo hombre debe adoptar ante Dios. Sin cambios en las palabras, pero con un enriquecimiento considerable del sentido: en la Nueva Alianza, el fiel alaba y agradece a Dios que le ha revelado el secreto de su vida íntima, que le ha rescatado con la sangre de su Hijo, que le ha infundido su Espíritu y, en la recitación litúrgica, década salmo concluye con la doxología trinitaria del Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Las viejas súplicas se hacen más ardientes una vez que la Cena, la Cruz y la Resurrección han enseñado al hombre el amor infinito de Dios, la universalidad y la gravedad del pecado, la gloria prometida a los justos. Las esperanzas cantadas por los salmistas se realizan; el Mesías ha venido y reina y todas las naciones son llamadas para que lo alaben.

viernes, 17 de mayo de 2013

Salmo 150


150:1 ¡Aleluya!
Alaben a Dios en su Santuario,
alábenlo en su poderoso firmamento; 

150:2 Alábenlo por sus grandes proezas,
alábenlo por su inmensa grandeza. 

150:3 Alábenlo con toques de trompeta,
alábenlo con el arpa y la cítara; 

150:4 alábenlo con tambores y danzas,
alábenlo con laudes y flautas. 

150:5 Alábenlo con platillos sonoros,
alábenlo con platillos vibrantes, 

150:6 ¡Que todos los seres vivientes
alaben al Señor!
¡Aleluya!

Salmo 149


149:1 ¡Aleluya!
Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; 

149:2 que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.

149:3 Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara, 

149:4 porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes. 

149:5 Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas. 

149:6 Glorifiquen a Dios con sus gargantas
y empuñen la espada de dos filos: 

149:7 para tomar venganza de los pueblos
y castigar a las naciones; 

149:8 para atar con cadenas a sus reyes,
y con grillos de hierro a sus jefes. 

149:9 Así se les aplicará la sentencia dictada:
esta es la victoria de todos tus fieles.
¡Aleluya!

Salmo 148


148:1 ¡Aleluya!
Alaben al Señor desde el cielo,
alábenlo en las alturas; 

148:2 alábenlo, todos sus ángeles,
alábenlo, todos sus ejércitos. 

148:3 Alábenlo, sol y luna,
alábenlo, astros luminosos; 

148:4 alábenlo, espacios celestiales
y aguas que están sobre el cielo.

148:5 Alaben el nombre del Señor,
porque él lo ordenó, y fueron creados;

148:6 él los afianzó para siempre,
estableciendo una ley que no pasará. 

148:7 Alaben al Señor desde la tierra,
los cetáceos y los abismos del mar; 

148:8 el rayo, el granizo, la nieve, la bruma,
y el viento huracanado
que obedece a sus órdenes. 

148:9 Las montañas y todas las colinas,
los árboles frutales y todos los cedros; 

148:10 las fieras y los animales domésticos,
los reptiles y los pájaros alados. 

148:11 Los reyes de la tierra y todas las naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra; 

148:12 los ancianos, los jóvenes y los niños, 

148:13 alaben el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;
su majestad está sobre el cielo y la tierra, 

148:14 y él exalta la fuerza de su pueblo.
¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!
¡Aleluya!

Salmo 147


147:1 ¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza! 

147:2 El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel; 

147:3 sana a los que están afligidos
y les venda las heridas. 

147:4 Él cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre: 

147:5 nuestro Señor es grande y poderoso,
su inteligencia no tiene medida. 

147:6 El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo. 

147:7 Respondan al Señor dándole gracias,
toquen la cítara para nuestro Dios. 

147:8 El Señor cubre el cielo de nubes
y provee de lluvia a la tierra;
hace brotar la hierba en las montañas
y las plantas para provecho del hombre; 

147:9 dispensa su alimento al ganado,
y a los pichones de cuervo que claman a él. 

147:10 No le agrada el vigor de los caballos
ni valora los músculos del hombre: 

147:11 el Señor ama a los que lo temen
y a los que esperan en su misericordia. 

147:12 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión! 

147:13 Él reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti; 

147:14 él asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo. 

147:15 Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente;

147:16 reparte la nieve como lana
y esparce la escarcha como ceniza. 

147:17 Él arroja su hielo como migas,
y las aguas se congelan por el frío; 

147:18 da una orden y se derriten,
hace soplar su viento y corren las aguas. 

147:19 Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel: 

147:20 a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.
¡Aleluya!