martes, 28 de mayo de 2013

Sobre la numeración de los salmos





Cada salmo es numerado, del 1 al 150. si recorres la numeración en tu Biblia, hasta el salmo 9 no tenemos ninguna dificultad. Pero desde el salmo 10 hasta el 147 nos encontramos con una doble numeración, una de ellas entre paréntesis. ¿Por qué?. La diferencia se debe a una diversa numeración entre la versión hebrea y la versión griego - latina (LXX y Vulgata). La versión hebrea va delante de 1 unidad y su numeración es la que está primera fuera del paréntesis.


Esta diferente numeración suele causar confusión cuando se trata de comprobar la cita de los salmos. 


Aquí usaremos la numeración del texto hebreo.

Clasificación de los salmos




ACCIÓN DE GRACIAS

9, 28, 30, 32, 34, 40, 52, 57, 66, 67, 68, 75, 92, 107, 108, 116, 118, 124, 126, 129, 138


ALABANZA


8,19, 24, 29, 33, 36, 46, 48, 65, 66, 84, 87, 93, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 103, 104, 105, 111, 113, 104, 105, 111, 113, 114, 117, 134, 135, 136, 139, 145, 146, 147, 148, 149, 150.


CONFIANZA


3, 4, 11, 12, 13, 16, 23, 27, 56, 57, 62, 63, 68, 91, 103, 115, 121, 125, 130, 131.


LAMENTO


14, 42, 43, 50, 53, 59, 60, 01, 77, 102, 106, 109, 137.


LITÚRGICO


14, 42, 43, 50, 53, 59, 60, 71, 102, 106, 109, 137.


PEREGRINACIÓN


84, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 133, 134.


REAL MESIÁNICO


2, 18, 21, 45, 47, 101, 110, 132.


SAPIENCIAL


1, 37, 49, 72, 73, 76, 78, 82, 93, 98, 99, 112, 119, 127, 128, 133.


SÚPLICA


3, 4, 5. 6. 7, 10, 17, 20, 22, 25, 26, 27, 28, 31, 35, 38, 39, 40, 41, 44, 51, 52, 54, 55, 56, 58, 59, 60, 61, 64, 68, 69, 70, 71, 74, 79, 80, 83, 85, 86, 88, 89, 90, 94, 102, 108, 109, 120, 123, 130, 140, 141, 142, 143, 144

Sobre los salmos



Los salmos son himnos cuya belleza incomparable nos permite alabar y agradecer a Dios, son la oración del Antiguo Testamento. La Iglesia católica ha hecho de ellos, sin cambiarlos, su oración oficial (junto con el Padrenuestro, pues supuesto). Los Salmos son los 150 himnos más bellos que existen. Fueron escritos por varios profetas, sabios y poetas. La palabra "Salmo" significa "Himno para recitarlo con música".



Los Salmos han sido las oraciones preferidas por los amigos de Dios durante más de 22 siglos. Los recitaban los israelitas ya mucho antes de Cristo. Los recitaron Jesús y sus Apóstoles, la Virgen María y los grandes santos de toda la historia. Es más, ningún libro de la Sagrada Escritura es tan citado por Jesús y sus Apóstoles como este libro al que se le denomina también Salterio (del griego Psalterion, propiamente nombre del instrumento de cuerda que acompañaba a los cantos).

Cuando una persona se acostumbra a rezar despacio los Salmos, ya ninguna otra oración (excepto el Padrenuestro y el Avemaría) le parece tan hermosa, ni le llega tanto al alma.
Hay unos especialmente hermosos, por ejemplo los cinco primeros. Para cuando tenemos que pasar por un momento difícil el N° 23. Para cuando nos entristecen nuestros defectos y pecados el 25 llena de esperanza. Cuando estamos muy agradecidos con el Señor el 33. Y si hemos cometido graves pecados y deseamos que Dios deje de estar disgustado con nosotros, el Salmo 51, el "Miserere", que es el mejor acto de contrición que se ha escrito jamás. Si deseamos recordar las maravillas que Dios ha hecho, recitemos el Salmo 103 o el 104. Si nos gusta recordar las grandes cualidades qe tiene nuestro buen Dios digamos el Salmo 145 y nos llenaremos de amor hacia Él.

La idea central de todos los Salmos es lo bueno que es nuestro Dios, lo poderoso y muy fiel; amable con los que cumplen su ley, y terrible contra los que desprecian los divinos mandatos.
Sólo en 17 de los 150 Salmos el nombre de Dios no está nombrado ya desde los primeros renglones. El fin de todo Salmo es alabar a Dios y cantar sus maravillas.
En los Salmos se nombra a Dios más de 800 veces y siempre con sentimientos de gran respeto, amor y confianza. El nombre de Dios era apto para los salmistas la palabra más dulce y agradable que podían pronunciar los labios humanos.


¿Qué son los Salmos?

Dicen los sabios que los Salmos son 150 espejos de nuestras rebeldías y de nuestras fidelidades, de nuestras agonías y de nuestras resurrecciones. Plegarias maravillosas nacidas hace más de dos mil doscientos años que no han dejado de ser recitado un solo día en templos, conventos, casas de familia, catedrales y capillas por santos y por pecadores, por gentes llenas de alegría y agradecimiento y por personas destrozadas por la angustia, el temor o el remordimiento. Son la vida convertida en plegaria. Constituyen una invitación a que convirtamos nuestra vida en una oración de confianza y de acción de gracias. En los salmos descubrimos que debemos presentarnos a Dios no como un "yo", sino como un "nosotros", como su pueblo. En estos bellísimos himnos iremos descifrando y conociendo poco a poco los rasgos del "ser amado" que se vislumbra en sus estrofas; el rostro de nuestro queridísimo amigo, Creador y Padre: Dios.



El estilo literario de los Salmos

Esta incomparable colección de composiciones poéticas tiene una gran variedad de estilos y de temas: desde la ardiente plegaria hasta el resumen histórico; desde un anuncio profético hasta un canto de guerra que parece escrito bajo el fragor de los grandes combates; desde una poesía dulce y apacible que describe las bellezas de la naturaleza hasta un tratado profundo acerca de Dios: unas veces presentan la descripción de la dura vida humana en la tierra, cruda y triste con sus desengaños y tradiciones; otras se elevan como una ráfaga de luz a presentar la vida divina y la paz que espera a los amigos de Dios.

Los salmos tienen un gran variedad de matices según las circunstancias personales e históricas en que se inspiraron los autores que los escribieron, en ellos se retratan las penas y goces de la vida humana, los peligros y los triunfos, los temores y los anhelos; los pesares por los que tienen que pasar el pueblo de Dios y la brillantísima, emocionante y prodigiosa historia de los que han seguido la verdadera religión hebrea. Todo esto pasa ante los ojos del lector mientras va leyendo estos himnos. Y al recitarlos va escuchando los gemidos de los salmistas por los pecados propios y los del pueblo, y las descripciones lastimosas de las derrotas sufridas por los que siguen al Señor cuando se olvidan de cumplir sus Mandamientos. Luego se siente describir con detalle los Mandatos Divinos y se va viendo dibujada poco a poco con trazos admirables la figura del Redentor.


Diferencias entre los Salmos de la Biblia y los himnos religiosos de otros pueblos

Los antiguos pueblos como los egipcios y babilonios tenían muchos himnos a sus dioses, pero entre aquellos himnos y los salmos hay la distancia que separa lo humano de lo divino. Los salmos son oraciones inspiradas directamente por Dios para que toda la humanidad en todos los tiempos y países cante a su Creador, y no se encuentran explicaciones humanas suficientes para comprender por qué se adaptan de manera tan admirable a las necesidades de todas las personas en todos los tiempos, de todas las situaciones, en todos los sitios durante siglos.

La razón es que el autor principal de todos los salmos es Dios. Los salmos son obra divina, porque aunque los compusieron poetas y profetas, cada uno fue guiado directamente por el Espíritu Santo al escribirlos.
La diferencia entre los salmos bíblicos y los himnos religiosos de otros países está en la inspiración del Espíritu Santo. Esto es lo que los hace infinitamente superiores a cualquier composición poética del mundo.


Los salmos como Poesías y los temas que tratan

Los Salmos son verdaderos poemas que tienden a elevar el corazón a Dios. Su forma es esencialmente ética y en ellos encontramos didácticos, épicos, líricos (odas, elegías, cantos, etc.).
El Libro Poético por excelencia en toda la Biblia es el Libro de los Salmos. Ninguna colección de cantos de ninguna literatura contiene una riqueza tan abundante y tan exquisita como estos 150 poemas. En los salmos hay Odas de una grandiosidad épica y pequeños poemas de una sencillez encantadora. Desde el salmo 1 hasta el 150 hay un solo tema que palpita en cada uno de estos himnos: Dios. De Él se habla, a Él se le canta, a su Misericordia se le pide perdón y a su poderío se le implora protección. Y en la descripción de la Suprema Belleza de Dios y de su infinito amor ningún otro poema ha logrado superar en belleza literaria a los autores de los salmos. Allí se le canta a la grandeza salvaje de los montes y a las costumbres populares de la gente humilde. Se le canta a la historia, a la patria, al mar, a las tempestades y al amor del hogar, todo con una entonación elevada que llega frecuentemente a las alturas de lo sublime. Los salmos son la voz de todos los que gimen, adoran, dan gracias y piden perdón. Dios al darnos este libro de plegarias ha puesto en nuestras manos las más preciadas joyas de la literatura universal.
Al recitarlas con detención y cariño no será difícil aún para los menos especializados en literatura, sentir intensa emoción poética, y aspirar cómo un suave espíritu celestial recorre estas composiciones tan impresionantes.


Autores y fecha de composición de los Salmos

Es muy poco lo que se sabe con exactitud acerca de quiénes fueron los que escribieron los salmos. De 73 de ellos dice la Biblia que son de David. De 12 se afirma alli que los compusieron los descendientes de Asaf (jefe de los cantores de David). Uno por Etán (89); dos son atribuídos a Salomón (73 y 127) y el salmo 90 es atribuido a Moisés. 11 salmos son atribuídos a los hijos de Coré (42; 44 a 49; 84, 85, 87 y 88). Estos once salmos son los más bellos del salterio bajo el punto de vista literario. Los restantes Salmos no llevan inscripción y se consideran anónimos o huérfanos, si bien por las citas que se hacen de algunos de ellos en el Nuevo Testamento y su análisis deben ser atribuidos al mismo David.
El autor de la colección general parece ser Esdras, y las inscripciones que preceden a tantos salmos son antiquísimas.
En cuanto al tiempo en que fueron escritos los salmos, hoy los sabios escrituristas dicen que probablemente fueron escritos entre el siglo VIII a.C y el s. II a.C. y que la mayor parte de los salmos redactados definitivamente después de volver del destierro de Babilonia y de construir el nuevo Templo de Jerusalén (año 515 a.C.)


Importancia en la vida Espiritual

Los Salmos fueron la oración del Antiguo Testamento, en la que el mismo Dios inspiró los sentimientos que sus hijos deben albergar con respecto a él y las palabras de que deben servirse al dirigirse a Él
.
La Iglesia católica ha hecho de ellos, sin cambiarlos, su oración oficial. Sin cambios, esos gritos de alabanza, de súplica o de acción de gracias, arrancados a los salmistas en las circunstancias de su época y de su experiencia personal, tienen un eco universal, porque expresan la actitud que todo hombre debe adoptar ante Dios. Sin cambios en las palabras, pero con un enriquecimiento considerable del sentido: en la Nueva Alianza, el fiel alaba y agradece a Dios que le ha revelado el secreto de su vida íntima, que le ha rescatado con la sangre de su Hijo, que le ha infundido su Espíritu y, en la recitación litúrgica, década salmo concluye con la doxología trinitaria del Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Las viejas súplicas se hacen más ardientes una vez que la Cena, la Cruz y la Resurrección han enseñado al hombre el amor infinito de Dios, la universalidad y la gravedad del pecado, la gloria prometida a los justos. Las esperanzas cantadas por los salmistas se realizan; el Mesías ha venido y reina y todas las naciones son llamadas para que lo alaben.

viernes, 17 de mayo de 2013

Salmo 150


150:1 ¡Aleluya!
Alaben a Dios en su Santuario,
alábenlo en su poderoso firmamento; 

150:2 Alábenlo por sus grandes proezas,
alábenlo por su inmensa grandeza. 

150:3 Alábenlo con toques de trompeta,
alábenlo con el arpa y la cítara; 

150:4 alábenlo con tambores y danzas,
alábenlo con laudes y flautas. 

150:5 Alábenlo con platillos sonoros,
alábenlo con platillos vibrantes, 

150:6 ¡Que todos los seres vivientes
alaben al Señor!
¡Aleluya!

Salmo 149


149:1 ¡Aleluya!
Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; 

149:2 que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.

149:3 Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara, 

149:4 porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes. 

149:5 Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas. 

149:6 Glorifiquen a Dios con sus gargantas
y empuñen la espada de dos filos: 

149:7 para tomar venganza de los pueblos
y castigar a las naciones; 

149:8 para atar con cadenas a sus reyes,
y con grillos de hierro a sus jefes. 

149:9 Así se les aplicará la sentencia dictada:
esta es la victoria de todos tus fieles.
¡Aleluya!

Salmo 148


148:1 ¡Aleluya!
Alaben al Señor desde el cielo,
alábenlo en las alturas; 

148:2 alábenlo, todos sus ángeles,
alábenlo, todos sus ejércitos. 

148:3 Alábenlo, sol y luna,
alábenlo, astros luminosos; 

148:4 alábenlo, espacios celestiales
y aguas que están sobre el cielo.

148:5 Alaben el nombre del Señor,
porque él lo ordenó, y fueron creados;

148:6 él los afianzó para siempre,
estableciendo una ley que no pasará. 

148:7 Alaben al Señor desde la tierra,
los cetáceos y los abismos del mar; 

148:8 el rayo, el granizo, la nieve, la bruma,
y el viento huracanado
que obedece a sus órdenes. 

148:9 Las montañas y todas las colinas,
los árboles frutales y todos los cedros; 

148:10 las fieras y los animales domésticos,
los reptiles y los pájaros alados. 

148:11 Los reyes de la tierra y todas las naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra; 

148:12 los ancianos, los jóvenes y los niños, 

148:13 alaben el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;
su majestad está sobre el cielo y la tierra, 

148:14 y él exalta la fuerza de su pueblo.
¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!
¡Aleluya!

Salmo 147


147:1 ¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza! 

147:2 El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel; 

147:3 sana a los que están afligidos
y les venda las heridas. 

147:4 Él cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre: 

147:5 nuestro Señor es grande y poderoso,
su inteligencia no tiene medida. 

147:6 El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo. 

147:7 Respondan al Señor dándole gracias,
toquen la cítara para nuestro Dios. 

147:8 El Señor cubre el cielo de nubes
y provee de lluvia a la tierra;
hace brotar la hierba en las montañas
y las plantas para provecho del hombre; 

147:9 dispensa su alimento al ganado,
y a los pichones de cuervo que claman a él. 

147:10 No le agrada el vigor de los caballos
ni valora los músculos del hombre: 

147:11 el Señor ama a los que lo temen
y a los que esperan en su misericordia. 

147:12 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión! 

147:13 Él reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti; 

147:14 él asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo. 

147:15 Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente;

147:16 reparte la nieve como lana
y esparce la escarcha como ceniza. 

147:17 Él arroja su hielo como migas,
y las aguas se congelan por el frío; 

147:18 da una orden y se derriten,
hace soplar su viento y corren las aguas. 

147:19 Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel: 

147:20 a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.
¡Aleluya!

Salmo 146


146:1 ¡Aleluya!
¡Alaba al Señor, alma mía! 

146:2 Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, cantaré al Señor. 

146:3 No confíen en los poderosos,
en simples mortales, que no pueden salvar: 

146:4 cuando expiran, vuelven al polvo,
y entonces se esfuman sus proyectos. 

146:5 Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios: 

146:6 él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.
Él mantiene su fidelidad para siempre,

146:7 hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos, 

146:8 abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.

146:9 El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda; 

146:8c el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados. 

146:10 El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya!

Salmo 145


145:1 Himno de David. 

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu Nombre eternamente; 

145:2 día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar. 

145:3 ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es insondable!

145:4 Cada generación celebra tus acciones
y le anuncia a las otras tus portentos: 

145:5 ellas hablan del esplendor de tu gloria,
y yo también cantaré tus maravillas.

145:6 Ellas publican tus tremendos prodigios
y narran tus grandes proezas; 

145:7 divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad
y cantan alegres por tu victoria. 

145:8 El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;

145:9 el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. 

145:10 Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan; 

145:11 que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. 

145:12 Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino: 

145:13 tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre. 
El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones. 

145:14 El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados. 

145:15 Los ojos de todos esperan en ti,
y tú les das la comida a su tiempo; 

145:16 abres tu mano y colmas de favores
a todos los vivientes. 

145:17 El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones; 

145:18 está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad. 

145:19 El Señor cumple los deseos de sus fieles,
escucha su clamor y les da la salvación; 

145:20 el Señor protege a todos sus amigos
y destruye a los malvados.

145:21 Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,
desde ahora y para siempre.

Salmo 144


144:1 De David. 

Bendito sea el Señor, mi Roca,
el que adiestra mis brazos para el combate
y mis manos para la lucha. 

144:2 Él es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo,
y el que somete los pueblos a mis pies. 

144:3 Señor, ¿qué es el hombre para que tú lo cuides,
y el ser humano, para que pienses en él? 

144:4 El hombre es semejante a un soplo,
y sus días son como una sombra fugaz. 

144:5 Inclina tu cielo, Señor, y desciende;
toca las montañas para que arrojen humo. 

144:6 Lanza un rayo y dispersa a tus enemigos,
dispara tus flechas, y confúndelos. 

144:7 Extiende tu mano desde lo alto,
y líbrame de las aguas caudalosas;
sálvame del poder de los extranjeros, 

144:8 que dicen mentiras con la boca
y tienen las manos llenas de traición. 

144:9 Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo
y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas, 

144:10 porque tú das la victoria a los reyes
y libras a David, tu servidor.
Líbrame de la espada maligna,

144:11 sálvame del poder de los extranjeros,
que dicen mentiras con la boca
y tienen las manos llenas de traición. 

144:12 Que nuestros hijos sean como plantas,
florecientes en plena juventud;
que nuestras hijas se asemejen a columnas,
esculpidas como las de un palacio. 

144:13 Que nuestros graneros estén repletos
con productos de todas las especies;
que nuestros rebaños se reproduzcan a millares
en todas nuestras praderas. 

144:14 Que nuestros bueyes estén bien cargados,
que no haya brechas ni aberturas en los muros
ni gritos de angustia en nuestras plazas. 

144:15 ¡Feliz el pueblo que tiene todo esto,
feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!

Salmo 143


143:1 Salmo de David. 

Señor, escucha mi oración,
atiende a mi plegaria;
respóndeme, por tu fidelidad y tu justicia. 

143:2 No llames a juicio a tu servidor,
porque ningún ser viviente es justo en tu presencia. 

143:3 El enemigo me persiguió a muerte,
aplastó mi vida contra el suelo;
me introdujo en las tinieblas,
como a los muertos de hace muchos años. 

143:4 El aliento se extingue en mi interior,
mi corazón desfallece en mi pecho. 

143:5 Me acuerdo de los tiempos pasados,
medito todas tus acciones;
considero la obra de tus manos 

143:6 y extiendo mis brazos hacia ti:
suspiro por ti como tierra reseca. 

143:7 Respóndeme en seguida, Señor,
porque estoy sin aliento.
No me ocultes tu rostro, 
para que yo no sea como los que bajan a la fosa. 

143:8 Que yo experimente tu amor por la mañana,
porque confío en ti;
indícame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma. 

143:9 Líbrame, Señor, de mis enemigos,
porque me refugio en ti; 

143:10 enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
Que tu espíritu bondadoso me conduzca
por una tierra llana. 

143:11 Por amor de tu Nombre, Señor,
consérvame la vida.
Por tu justicia, sácame del peligro; 

143:12 por tu fidelidad, destruye a mi enemigo;
aniquila a mis opresores,
porque yo soy tu servidor.

Salmo 142

142:1 Poema de David. 
Cuando estaba en la cueva. Oración. 

142:2 Invocaré al Señor con toda mi voz,
con toda mi voz suplicaré al Señor; 


142:3 expondré mi queja ante él,
expresaré mi angustia en su presencia. 


142:4 Ya se me acaba el aliento,
pero tú conoces mi camino:
en la senda por donde voy
me han ocultado una trampa. 


142:5 Miro a la derecha, observo,
y no hay nadie que se ocupe de mí;
ya no tengo dónde refugiarme,
nadie se interesa por mi vida. 


142:6 Por eso clamo a ti, Señor,
y te digo: "Tú eres mi refugio,
mi herencia en la tierra de los vivientes". 


142:7 Atiende a mi clamor,
porque estoy en la miseria;
líbrame de mis perseguidores,
porque son más fuertes que yo. 


142:8 Sácame de la prisión,
y daré gracias a tu Nombre:
porque los justos esperan
que me concedas tu favor.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Salmo 141

141:1 Salmo de David. 

Yo te invoco, Señor, ven pronto en mi ayuda:
escucha mi voz cuando te llamo; 


141:2 que mi oración suba hasta ti como el incienso,
y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde.


141:3 Coloca, Señor, un guardián en mi boca
y un centinela a la puerta de mis labios; 


141:4 no dejes que mi corazón se incline a la maldad,
o a cometer delitos con hombres perversos.
¡No, nunca gustaré de sus manjares! 


141:5 Que el justo me golpee como amigo y me corrija,
pero que el óleo del malvado no perfume mi cabeza:
yo seguiré oponiendo mi oración a sus maldades. 


141:6 Sus príncipes cayeron despeñados,
esos que se complacían en oírme decir: 


141:7 "Como una piedra de molino hecha pedazos
están esparcidos nuestros huesos
ante las fauces del Abismo". 


141:8 Pero mis ojos, Señor, están fijos en ti:
en ti confío, no me dejes indefenso. 


141:9 Protégeme del lazo que me han tendido
y de las trampas de los que hacen el mal. 


141:10 ¡Caigan los malvados en sus propias redes,
mientras yo paso sin hacerme daño!

Salmo 140


140:1 Del maestro de coro. Salmo de David. 

140:2 Líbrame, Señor, de la gente malvada,
protégeme de los hombres violentos, 

140:3 de los que sólo piensan en hacer el mal
y provocan discordias todo el día. 

140:4 Ellos afilan su lengua como serpientes,
en sus labios hay veneno de víboras. 

140:5 Defiéndeme, Señor, de las manos del impío,
protégeme de los hombres violentos,
de los que intentan hacerme tropezar
y han tendido una red ante mis pies: 

140:6 los prepotentes me han ocultado trampas y lazos,
me han puesto asechanzas al borde del camino.

140:7 Pero yo digo al Señor: "Tú eres mi Dios":
escucha, Señor, el clamor de mi súplica;

140:8 Señor, mi Señor, mi ayuda poderosa,
recubre mi cabeza en el momento del combate. 

140:9 No satisfagas los deseos del malvado
ni dejes que se cumplan sus proyectos;

140:10 que no levanten cabeza los que me asedian,
y su maledicencia los envuelva. 

140:11 Que se acumulen sobre ellos
carbones encendidos,
que caigan en lo profundo y no puedan levantarse. 

140:12 Que los difamadores no estén seguros en la tierra,
y la desgracia persiga a muerte al violento. 

140:13 Yo sé que el Señor hace justicia a los humildes
y defiende los derechos de los pobres. 

140:14 Sí, los justos darán gracias a tu Nombre
y los buenos vivirán en tu presencia.

Salmo 139


139:1 Del maestro de coro. De David. Salmo. 

Señor, tú me sondeas y me conoces,

139:2 tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso, 

139:3 te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares. 

139:4 Antes que la palabra esté en mi lengua,
tú, Señor, la conoces plenamente; 

139:5 me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí; 

139:6 una ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan alta que no puedo alcanzarla. 

139:7 ¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia? 

139:8 Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente. 

139:9 Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar, 

139:10 también allí me llevaría tu mano
y me sostendría tu derecha. 

139:11 Si dijera: "¡Que me cubran las tinieblas
y la luz sea como la noche a mi alrededor!", 

139:12 las tinieblas no serían oscuras para ti
y la noche sería clara como el día. 

139:13 Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre: 

139:14 te doy gracias porque fui formado
de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras!
Tú conocías hasta el fondo de mi alma 

139:15 y nada de mi ser se te ocultaba,
cuando yo era formado en lo secreto,
cuando era tejido en lo profundo de la tierra. 

139:16 Tus ojos ya veían mis acciones,
todas ellas estaban en tu Libro;
mis días estaban escritos y señalados,
antes que uno solo de ellos existiera. 

139:17 ¡Qué difíciles son para mí tus designios!
¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos! 

139:18 Si me pongo a contarlos, son más que la arena;
y si terminara de hacerlo,
aún entonces seguiría a tu lado. 

139:19 ¡Ojalá, Dios mío, hicieras morir a los malvados
y se apartaran de mí los hombres sanguinarios, 

139:20 esos que hablan de ti con perfidia
y en vano se rebelan contra ti! 

139:21 ¿Acaso yo no odio a los que te odian
y aborrezco a los que te desprecian? 

139:22 Yo los detesto implacablemente,
y son para mí verdaderos enemigos. 

139:23 Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior;
examíname y conoce lo que pienso; 

139:24 observa si estoy en un camino falso
y llévame por el camino eterno.

Salmo 138

138:1 De David. 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles. 


138:2 Me postraré ante tu santo Templo,
y daré gracias a tu Nombre
por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre. 


138:3 Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma. 


138:4 Que los reyes de la tierra te bendigan
al oír las palabras de tu boca, 


138:5 y canten los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. 


138:6 El Señor está en las alturas,
pero se fija en el humilde
y reconoce al orgulloso desde lejos.


138:7 Si camino entre peligros, me conservas la vida,
extiendes tu mano contra el furor de mi enemigo,
y tu derecha me salva. 


138:8 El Señor lo hará todo por mí.
Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos!

Salmo 137


137:1 Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos a llorar,
acordándonos de Sión.

137:2 En los sauces de las orillas
teníamos colgadas nuestras cítaras. 

137:3 Allí nuestros carceleros
nos pedían cantos,
y nuestros opresores, alegría:
"¡Canten para nosotros un canto de Sión!"

137:4 ¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor
en tierra extranjera? 

137:5 Si me olvidara de ti, Jerusalén,
que se paralice mi mano derecha; 

137:6 que la lengua se me pegue al paladar
si no me acordara de ti,
si no pusiera a Jerusalén
por encima de todas mis alegrías. 

137:7 Recuerda, Señor, contra los edomitas,
el día de Jerusalén,
cuando ellos decían: "¡Arrásenla!
¡Arrasen hasta sus cimientos!"

137:8 ¡Ciudad de Babilonia, la devastadora,
feliz el que te devuelva el mal que nos hiciste! 

137:9 ¡Feliz el que tome a tus hijos
y los estrelle contra las rocas!

Salmo 136


136:1 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
136:2 ¡Den gracias al Dios de los dioses,
porque es eterno su amor!
136:3 ¡Den gracias al Señor de los señores,
porque es eterno su amor! 


136:4 Al único que hace maravillas,
¡porque es eterno su amor!
136:5 al que hizo los cielos sabiamente,
¡porque es eterno su amor!
136:6 al que afirmó la tierra sobre las aguas,
¡porque es eterno su amor!
136:7 Al que hizo los grandes astros,
¡porque es eterno su amor!
136:8 el sol, para gobernar el día,
¡porque es eterno su amor!
136:9 la luna y las estrellas para gobernar la noche,
¡porque es eterno su amor! 

136:10 Al que hirió a los primogénitos de Egipto,
¡porque es eterno su amor!
136:11 y sacó de allí a su pueblo,
¡porque es eterno su amor!
136:12 con mano fuerte y brazo poderoso,
¡porque es eterno su amor!
136:13 Al que abrió en dos partes el Mar Rojo,
¡porque es eterno su amor!
136:14 al que hizo pasar por el medio a Israel,
¡porque es eterno su amor!
136:15 y hundió en el Mar Rojo
al Faraón con sus tropas,
¡porque es eterno su amor!
136:16 Al que guió a su pueblo por el desierto,
¡porque es eterno su amor!
136:17 al que derrotó a reyes poderosos,
¡porque es eterno su amor!
136:18 y dio muerte a reyes temibles,
¡porque es eterno su amor!
136:19 a Sijón, rey de los amorreos,
¡porque es eterno su amor!
136:20 y a Og, rey de Basán,
¡porque es eterno su amor!
136:21 Al que dio sus territorios en herencia,
¡porque es eterno su amor!
136:22 en herencia a Israel, su servidor,
¡porque es eterno su amor!
136:23 al que en nuestra humillación
se acordó de nosotros,
¡porque es eterno su amor!
136:24 y nos libró de nuestros opresores,
¡porque es eterno su amor! 

136:25 Al que da el alimento a todos los vivientes,
¡porque es eterno su amor!
136:26 ¡Den gracias al Señor del cielo,
porque es eterno su amor!

Salmo 135


135:1 ¡Aleluya! 

Alaben el nombre del Señor,
alábenlo, servidores del Señor,
135:2 los que están en la Casa del Señor,
en los atrios del Templo de nuestro Dios.
135:3 Alaben al Señor, porque es bueno,
canten a su Nombre, porque es amable;
135:4 porque el Señor eligió a Jacob,
a Israel, para que fuera su posesión. 

135:5 Sí, yo sé que el Señor es grande,
nuestro Dios está sobre todos los dioses.
135:6 El Señor hace todo lo que quiere
en el cielo y en la tierra,
en el mar y en los océanos.
135:7 Levanta las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos provoca la lluvia,
saca a los vientos de sus depósitos. 

135:8 Él hirió a los primogénitos de Egipto,
tanto a los hombres como a los animales:
135:9 realizó señales y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y todos sus ministros.
135:10 Derrotó a muchas naciones
y mató a reyes poderosos:
135:11 a Sijón, rey de los amorreos,
a Og, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
135:12 Y dio sus territorios en herencia,
en herencia a su pueblo, Israel.
135:13 Tu Nombre, Señor, permanece para siempre,
y tu recuerdo, por todas las generaciones:
135:14 porque el Señor defiende a su pueblo
y se compadece de sus servidores. 

135:15 Los ídolos de las naciones son plata y oro,
obra de las manos de los hombres:
135:16 tienen boca, pero no hablan;
tienen ojos, pero no ven;
135:17 tienen orejas, pero no oyen,
y no hay aliento en su boca.
135:18 ¡Que sean como ellos los que los fabrican,
y también los que confían en ellos! 

135:19 Pueblo de Israel, bendice al Señor;
familia de Aarón, bendice al Señor;
135:20 familia de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendigan al Señor.
135:21 ¡Bendito sea el Señor desde Sión,
el que habita en Jerusalén!
¡Aleluya!

Salmo 134

134:1 Canto de peregrinación. 

Bendigan al Señor,
ustedes, que son sus servidores,
los que pasan en la Casa del Señor
las horas de la noche. 


134:2 Eleven las manos al Santuario
y bendigan al Señor. 


134:3 El Señor que hizo el cielo y la tierra
los bendiga desde Sión.

Salmo 133

133:1 Canto de peregrinación. De David. 

¡Qué bueno y agradable
es que los hermanos vivan unidos! 


133:2 Es como el óleo perfumado sobre la cabeza,
que desciende por la barba
—la barba de Aarón—
hasta el borde de sus vestiduras. 


133:3 Es como el rocío del Hermón
que cae sobre las montañas de Sión.
Allí el Señor da su bendición,
la vida para siempre.

Salmo 132


132:1 Canto de peregrinación. 

Acuérdate, Señor, en favor de David,
de todos sus desvelos,
132:2 del juramento que prestó al Señor,
del voto que hizo al Fuerte de Jacob:
132:3 "No entraré bajo el techo de mi casa
ni me acostaré en mi propio lecho;
132:4 no daré descanso a mis ojos
ni reposo a mis párpados,
132:5 hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una Morada para el Fuerte de Jacob". 

132:6 Sí, oímos hablar del Arca en Efratá,
y la encontramos en los campos de Jaar.
132:7 ¡Entremos en su Morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies!
132:8 ¡Levántate, Señor,
entra en el lugar de tu Reposo,
tú y tu Arca poderosa!
132:9 Que tus sacerdotes se revistan de justicia
y tus fieles griten de alegría.
132:10 Por amor a David, tu servidor,
no rechaces a tu Ungido. 

132:11 El Señor hizo un juramento a David,
una firme promesa, de la que no se retractará:
"Yo pondré sobre tu trono
a uno de tus descendientes.
132:12 Si tus descendientes observan mi alianza
y los preceptos que yo les enseñaré,
también se sentarán sus hijos
en tu trono para siempre". 
132:
13 Porque el Señor eligió a Sión,
y la deseó para que fuera su Morada.
132:14 "Este es mi Reposo para siempre;
aquí habitaré, porque lo he deseado.
132:15 Yo lo bendeciré con abundantes provisiones,
y saciaré de pan a sus pobres; 
132:
16 revestiré a los sacerdotes con la salvación,
y sus fieles gritarán de alegría.
132:17 Allí haré germinar el poder de David:
yo preparé una lámpara para mi Ungido.
132:18 Cubriré de vergüenza a sus enemigos,
y su insignia real florecerá sobre él".

Salmo 131


131:1 Canto de peregrinación. De David. 

Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
ni mis ojos se han vuelto altaneros.
No he pretendido grandes cosas
ni he tenido aspiraciones desmedidas. 

131:2 No, yo aplaco y modero mis deseos:
como un niño tranquilo en brazos de su madre,
así está mi alma dentro de mí. 

131:3 Espere Israel en el Señor,
desde ahora y para siempre.

Salmo 130

130:1 Canto de peregrinación.

Desde lo más profundo te invoco, Señor. 


130:2 ¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria. 


130:3 Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir? 


130:4 Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido. 


130:5 Mi alma espera en el Señor,
y yo confío en su palabra. 


130:6 Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora, 

130:7 espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia: 


130:8 él redimirá a Israel
de todos sus pecados. 

Salmo 129


129:1 Canto de peregrinación. 

¡Cuánto me han asediado desde mi juventud
—que lo diga Israel—

129:2 cuánto me han asediado desde mi juventud,
pero no pudieron contra mí! 

129:3 Clavaron un arado en mis espaldas
y abrieron largos surcos.

129:4 Pero el Señor, que es justo,
rompió el yugo de los impíos. 

129:5 ¡Retrocedan llenos de vergüenza
todos los que aborrecen a Sión: 

129:6 sean como la hierba de los techos,
que se seca antes de ser arrancada! 

129:7 Con ella, el segador no llena su mano,
ni cubre su pecho el que ata las gavillas. 

129:8 Y nadie comenta al pasar:
"El Señor los ha bendecido".
Descienda sobre ustedes nuestra bendición,
en el nombre del Señor.