lunes, 29 de abril de 2013

Salmo 10



10:1 ¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te ocultas en los momentos de peligro? 

10:2 El pobre se consume por la soberbia del malvado
y queda envuelto en las intrigas tramadas contra él. 

10:3 Porque el malvado se jacta de su ambición,
el codicioso blasfema y menosprecia al Señor;

10:4 el impío exclama en el colmo de su arrogancia:
"No hay ningún Dios que me pida cuenta".
Esto es lo único que piensa. 

10:5 Sus caminos prosperan constantemente;
tus juicios, allá arriba, lo tienen sin cuidado;
elimina de un soplo a todos sus rivales 

10:6 y se dice a sí mismo: "No vacilaré,
seré siempre feliz, no tendré contrariedades". 

10:7 Su boca está llena de maldiciones,
de engaños y de violencias;
detrás de sus palabras hay malicia y opresión; 

10:8 se pone al acecho en los poblados
y mata al inocente en lugares ocultos.
Sus ojos espían a los débiles;
10:9 acecha ocultamente como el león en su guarida;
se agazapa para atrapar al pobre,
y lo atrapa arrastrándolo en sus redes. 

10:10 Espía, se inclina, se dobla,
y cae sobre el débil con todas sus fuerzas. 

10:11 Luego piensa: "Dios lo olvida;
aparta su rostro y nunca ve nada". 

10:12 ¡Levántate, Señor Dios, alza tu mano,
no te olvides de los pobres! 

10:13 ¿Por qué el malvado desprecia a Dios,
pensando que tú no pides cuenta?

10:14 Pero tú lo estás viendo:
tú consideras los trabajos y el dolor,
para tomarlos en tus propias manos.
El débil se encomienda a ti;
tú eres el protector del huérfano. 

10:15 ¡Quiebra el brazo del malvado y del impío,
castiga su malicia y no subsistirá! 

10:16 El Señor reina para siempre
y los paganos desaparecerán de la tierra. 

10:17 Tú, Señor, escuchas los deseos de los pobres,
los reconfortas y les prestas atención. 

10:18 Tú haces justicia al huérfano y al oprimido:
¡que el hombre hecho de tierra no infunda más temor!

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