martes, 30 de abril de 2013

Salmo 12



12:1 Del maestro de coro. En octava. Salmo de David. 

12:2 ¡Sálvanos, Señor, porque ya no hay gente buena,
ha desaparecido la lealtad entre los hombres! 

12:3 No hacen más que mentirse unos a otros,
hablan con labios engañosos y doblez de corazón. 

12:4 Que el Señor elimine los labios engañosos
y las lenguas jactanciosas de los que dicen: 

12:5 "En la lengua está nuestra fuerza;
nuestros labios nos defienden, ¿quién nos dominará?"

12:6 "Por los sollozos del humilde
y los gemidos del pobre,
ahora me levantaré —dice el Señor—
y daré mi ayuda al que suspira por ella". 

12:7 Las promesas del Señor son sinceras
como plata purificada en el crisol,
depurada siete veces. 

12:8 Tú nos protegerás, Señor,
nos preservarás para siempre de esa gente; 

12:9 por todas partes merodean los malvados
y se encumbran los hombres más indignos.

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