martes, 30 de abril de 2013

Salmo 19


19:1 Del maestro de coro. Salmo de David. 

19:2 El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos; 

19:3 un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia. 

19:4 Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz, 

19:5 resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol, 

19:6 y este, igual que un esposo que sale de su alcoba,
se alegra como un atleta al recorrer su camino. 

19:7 Él sale de un extremo del cielo,
su órbita llega hasta el otro extremo,
y no hay nada que escape a su calor. 

19:8 La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple. 

19:9 Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos. 

19:10 La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. 

19:11 Son más atrayentes que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo del panal. 

19:12 También a mí me instruyen:
observarlos es muy provechoso. 

19:13 Pero ¿quién advierte sus propios errores?
Purifícame de las faltas ocultas. 

19:14 Presérvame, además, del orgullo,
para que no me domine:
entonces seré irreprochable
y me veré libre de ese gran pecado. 

19:15 ¡Ojalá sean de tu agrado
las palabras de mi boca,
y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor!

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