lunes, 29 de abril de 2013

Salmo 2

2:1 ¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos? 

2:2 Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Ungido: 

2:3 "Rompamos sus ataduras,
librémonos de su yugo". 

2:4 El que reina en el cielo se sonríe;
el Señor se burla de ellos. 

2:5 Luego los increpa airadamente
y los aterra con su furor: 

2:6 "Yo mismo establecí a mi Rey
en Sión, mi santa Montaña". 

2:
7 Voy a proclamar el decreto del Señor:
Él me ha dicho: "Tú eres mi hijo,
yo te he engendrado hoy. 

2:8 Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra. 

2:9 Los quebrarás con un cetro de hierro,
los destrozarás como a un vaso de arcilla".

2:10 Por eso, reyes, sean prudentes;
aprendan, gobernantes de la tierra. 

2:11 Sirvan al Señor con temor; 

2:12 temblando, ríndanle homenaje,
no sea que se irrite y vayan a la ruina,
porque su enojo se enciende en un instante.
¡Felices los que se refugian en él!

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