miércoles, 1 de mayo de 2013

Salmo 27


27:1 De David. 

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? 

27:2 Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron. 

27:3 Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza. 

27:4 Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo. 

27:5 Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca. 

27:6 Por eso tengo erguida mi cabeza
frente al enemigo que me hostiga;
ofreceré en su Carpa sacrificios jubilosos,
y cantaré himnos al Señor. 

27:
7 ¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme! 

27:8 Mi corazón sabe que dijiste:
"Busquen mi rostro".
Yo busco tu rostro, Señor,
27:9 no lo apartes de mí. 

No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador. 

27:10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá. 

27:11 Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
porque tengo muchos enemigos.

27:12 No me entregues a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia. 

27:13 Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes. 

27:14 Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.

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