miércoles, 15 de mayo de 2013

Salmo 141

141:1 Salmo de David. 

Yo te invoco, Señor, ven pronto en mi ayuda:
escucha mi voz cuando te llamo; 


141:2 que mi oración suba hasta ti como el incienso,
y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde.


141:3 Coloca, Señor, un guardián en mi boca
y un centinela a la puerta de mis labios; 


141:4 no dejes que mi corazón se incline a la maldad,
o a cometer delitos con hombres perversos.
¡No, nunca gustaré de sus manjares! 


141:5 Que el justo me golpee como amigo y me corrija,
pero que el óleo del malvado no perfume mi cabeza:
yo seguiré oponiendo mi oración a sus maldades. 


141:6 Sus príncipes cayeron despeñados,
esos que se complacían en oírme decir: 


141:7 "Como una piedra de molino hecha pedazos
están esparcidos nuestros huesos
ante las fauces del Abismo". 


141:8 Pero mis ojos, Señor, están fijos en ti:
en ti confío, no me dejes indefenso. 


141:9 Protégeme del lazo que me han tendido
y de las trampas de los que hacen el mal. 


141:10 ¡Caigan los malvados en sus propias redes,
mientras yo paso sin hacerme daño!

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