martes, 7 de mayo de 2013

Salmo 58

58:1 Del maestro de coro. "No destruyas". De David. Mictán. 

58:2 ¿Acaso ustedes, los poderosos,
pronuncian realmente sentencias justas
y gobiernan a los hombres con rectitud? 


58:3 ¡No! Ustedes cometen injusticias
a plena conciencia
y favorecen la opresión en la tierra. 


58:4 Los impíos están extraviados
desde el seno materno;
desde su nacimiento se descarriaron los impostores. 


58:5 Tienen un veneno semejante al de las víboras;
son como una serpiente sorda, que cierra los oídos, 


58:6 para no oír la voz del encantador,
la voz del mago que ejerce su arte con destreza. 


58:7 Rómpeles, Dios mío, los dientes en la boca;
arráncales, Señor, esos colmillos de leones. 


58:8 Que se diluyan como agua que se evapora;
que se marchiten como hierba pisoteada.


58:9 Sean como una babosa que se deshace al pasar,
como un aborto de mujer que no llegó a ver el sol. 


58:10 Que los arrastre el vendaval —verdes o quemados—
antes que produzcan espinas como una zarza. 


58:11 El justo se alegrará al contemplar la Venganza
y lavará sus pies en la sangre de los impíos. 


58:12 Entonces dirán los hombres:
"Sí, el justo recibe su recompensa;
sí, hay un Dios que hace justicia en la tierra".

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